Y LA CULPA NO ERA MÍA

Eduardo Vargas

Foto: Eduardo Vargas, abogado en libre ejercicio.

Sabemos que nuestra sociedad es sumamente conflictiva, eso es un hecho, además, conocemos que a diferentes niveles de organización también obedecen diferentes niveles de conflictos. No es menos cierto que, cuando los problemas que suceden a nivel de Gobierno, estos se tornan públicos y la gente empieza a realizarse diversas preguntas.

Sino recordemos cuando se descubrió actos de corrupción por el caso Odebrecht o las supuestas ventas de cargos con nombramientos definitivos en el GAD Latacunga, lo único que se desea es que los culpables se vayan a la cárcel o devuelvan lo robado. Cuando existe una agresión a la mujer de igual manera. Y está bien debe existir un responsable, pero este eventual responsable no debe ser el centro del interés. La sociedad se ha olvidado de lo principal e importante, que es buscar la solución y eso va más allá del culpable.

Se rasgan las vestiduras con la idea de cadena perpetua, años de cárcel para el conductor borracho, castración química para el violador, solo exigimos condenas, tal cual los salvajes que hoy arremeten al país, hasta nos olvidamos que el día de mañana podemos ser nosotros o posiblemente algún familiar, los que estemos en ese lugar, y seamos procesados de algún delito.

No nos gustaría que la muchedumbre nos grite como en la época medieval, ¡córtenle la mano! ¡crucifíquenlo! ¡cástrenlo! O el famoso ¡quémenlo! Solo faltaría escuchar algún disparatado gritar ¡empálelo!; lastimosamente nunca nos preocupamos realmente por las soluciones.

Jamás nos hemos sentado a pensar en realidad el por qué el sistema es tan frágil de romper, por qué el conductor bebe, por qué las parejas pelean, en fin, no nos interesa conocer el verdadero origen del problema, mucho menos nos interesa el buscar que el problema deje de existir.

Nos encanta encontrar la culpabilidad y al culpable y como buenas personas nos fascina no ser ese culpable; y para cualquier efecto, siempre existirá alguna autoridad a quien echar la culpa de cualquier cosa, con ello podemos convertirnos en Poncio Pilato frente a nuestra responsabilidad como miembro de una supuesta sociedad organizada.

Condenado el corrupto no termina la corrupción, preso la pareja abusiva, no termina la violencia intrafamiliar. Somos igual que el Gobierno que dice que, el fin de la reclusión es la rehabilitación, pero conocemos que las cárceles son un adiestramiento para el crimen, como sociedad pensamos que la meta es el castigo, cuando el fin debe ser resolver el problema.

Ignoramos por completo que algunos problemas sociales son creados por los políticos, para luego vendernos una solución en la campaña. Es decir, nos confeccionan necesidades que no tenemos. En parte, resolver problemas resulta más cómodo y barato que perseguir al culpable, pero eso es malo para los negocios (votos), porque no vende likes, ni periódicos mucho menos pautas.

Es por ello que no nos importa ni interesa encontrar verdaderas soluciones. Nos a acostumbramos a nuestro hábitat de inseguridad y de vivir en la queja, y para ello las benditas redes sociales avivan a incendiar la llama del problema, insulto y agresión pura y dura. Pasamos toda nuestra vida quejándonos, nos gustar sentirnos víctimas. Sin embargo, nunca proponemos nada y vemos los problemas de la administración de manera ajena.

Nuestra política es una fábula, siempre con problemas, pero sin ninguna solución, nos gana el morbo cuando se enjuicia a un funcionario y le hacemos leña mediante redes sociales, pero no resolvemos nada, nos llama más la atención esa noticia que cuando un político arregla un problema de barrio. Les voy a contar un dato que está sucediendo en la ciudad:

Sabemos que la avenida Amazonas otra vez está siendo intervenida para poner tubería de agua potable, sin embargo, nos vivimos quejándonos de lo que está abierta la vía, sin embargo, ningún ciudadano que vive o arrienda por ese sector emite solución alguna a la unión entre una nueva tubería con la antigua de asbesto que sabemos que es cancerígeno y que se ha dejado de utilizar y a vista y paciencia de todos los ciudadanos el GAD Municipal de Latacunga lo está realizando y nos están cobrando.

¿Van a seguir quejándose y ser las víctimas de cáncer o buscamos la solución? Nótese que tampoco el GAD municipal va soterrar los tallarines que hay en los postes de luz. Urge cambiar de mentalidad. Nuestra sociedad debe pretender más a la solución y menos al castigo.

En año electoral, el cambio de mentalidad es simple: elegir bien a las autoridades y elijamos administradores, no sigamos siendo permisivos con los políticos que van a los barrios a buscar el voto; tienen que los barrios proponer el nombre del político. Solo así volveremos a la democracia. (O)

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