Foto: Eduardo Vargas, abogado en libre ejercicio
En la presente semana revisando la prensa local, la noticia más fuerte ha sido la desvinculación de un profesor por cortar el cabello de los estudiantes, acto que para algunos ha sido aplaudible y para otros, un acto degradante. Asimismo, las novedades diarias han sido graves en general. Pero la noticia bomba han sido los reclamos de sectores específicos que parecen ser ridículos, siempre y cuando se contraste con las noticias que esos mismos sectores siempre realizan, para ello ejemplifiquemos.
Se leía en una noticia sobre la tan aclamada alza de pasajes por parte del sector del volante que dicen que nos les alcanza y quieren subir a como dé lugar el pasaje. No voy a opinar sobre si les alcanza o no, pero lo que llama supremamente la atención es que, en la misma página aparecía una fotografía de un bus volcado en el fondo del abismo y que al parecer existe exceso de velocidad. Por otro lado, los concejales han llamado la atención a los buseros por el incumplimiento con las ofertas de la última vez que subieron los pasajes, pero el servicio no ha mejorado y las unidades son pésimas. Me diera vergüenza seguir reclamando.
Recuerdo que, cuando estudiante, que en el sector rural, entre campesinos e indígenas reclamaban una mejor distribución de la tierra, no he vuelto a escuchar si existe aún ese reclamo. Sin embargo, recuerdo la frase “la tierra es para el que trabaja”, al parecer un reclamo justo, pero si observamos las estadísticas de la Prefectura de Cotopaxi nos damos cuenta que el 70% de los agricultores son personas de la tercera edad porque los jóvenes han migrado a las ciudades, entonces la pregunta es ¿para que se reclamaba las tierras si no las van a trabajar?, démonos cuentas que el tema es grave, porque ya no existe persona que labre la tierra y en poco tiempo no habrá quien produzca la comida que necesitamos.
Lo complejo es darnos cuenta que no existe vocación agrícola en la juventud de hace un quinquenio y mucho menos en la juventud de hace una década a pesar de ser ellos los que reclaman la posesión de tierras que sabían que nunca iban a producir.
Siguiendo en la misma línea, es claro que el campo hoy en día se encuentra subexplotado, pero la tasa de desempleo y subempleo sigue al alza y el campó sigue abandonado y las ciudades con más personas. Magnifica contradicción, pero tenemos la dicha de reclamar absurdamente.
Ahora, reclamamos la favorabilidad de las amnistías. Resulta que la Asamblea Nacional otorga amnistía a los que ocasionaron desmanes en octubre a pesar de que en la Constitución del Ecuador en su artículo 120 numeral 13 manifiesta que no se concederá amnistía por tortura, secuestro, etc. De la misma manera, en las 268 amnistías publicadas en el Registro Oficial contienen 45 errores en nombres, cédulas, números de procesos judiciales y hasta omisión de beneficiarios, se dice que en esas fallas se está concediendo amnistía a personas que han sido procesadas por violación, es una vergüenza de asambleístas, ni para hacer una lista están capacitados, incluso asambleístas que fueron elegidos por Cotopaxi al momento de votar se abstuvieron. Ahí no nos quejamos, pero al final del cuento, nosotros votamos por esa Asamblea y sabíamos que desde un principio estas cosas podrían suceder. Nada hay que reclamar, todo es nuestra culpa.
Por otro lado, nos quejamos de los vendedores de droga a las afueras de las instituciones educativas, pero los padres de familia son incapaces de revisar las mochilas de los niños, incluso les permiten tener celular con clave. Reclaman presencia policial, pero demandan si al “tesoro” el agente de policía le topa la maleta, pero quieren ser un país desarrollado. Les voy a poner un ejemplo de un país cercano. Existen civilizaciones avanzadas que han despenalizado el uso de drogas blandas como la marihuana, como el caso de Uruguay que hoy en día vende la hierba producida con el control del Estado y para ello hay largas filas en las farmacias donde se dispensa el fumable.
Otro ejemplo, seguimos sufriendo cuando la amiga de la amiga ha abortado, y le llamamos descarriada. Saben una cosa, en otro país aquí cerquita, Chile que sigue la línea progre despenalizó el aborto bajo ciertas circunstancias hace años atrás. Pero aquí siguen quejándose de vida ajena.
Nos quejamos, yo sí me quejo, del comercio informal que ha invadido nuestros espacios. El Municipio y sus comisarios pasan la vida reuniéndose con los comerciantes ilegales para escucharlos, pero socialmente está bien. No obstante, en una antigua conversación recuerdo que estos comerciantes ilegales ya fueron ubicaron pero a renglón seguido, asomaron muchos más. El Municipio debe poner mano dura, tiene que entender que no se puede quedar bien con todos.
Ya se dieron cuenta que reclamamos absurdos. Hay quejas de errores que no nos afectan, en otros resultamos culpables y en otros, solo hacemos caso a nuestra doble moral, para ello ya vendrá semana santa para hacernos los santos confesándonos.