PATERNALISMO Y PATERNIDAD

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Foto: Nathalie Aguilera, comunicadora social.

A propósito del día del padre que se celebrará este próximo domingo, quiero abordar un tema poco analizado en la realidad del país, que es el paternalismo.

Un modo de ejercer el poder retirando libertades y responsabilidades a los demás, esto  supone que las personas no conocen lo que en realidad les conviene para su propio bienestar, ni cómo lograrlo. Y por eso, es otro quien debe tomar las decisiones por ellas.

 Se le llama paternalismo por la conducta que en el pasado muchos padres tomaban pensando que sus hijos no serían capaces de afrontar la vida.

 Y aquí se pueden entablar distintas comparaciones entre padres y estado, y la realidad que vive la sociedad. Porque seamos francos hay muchos padres que no merecen ser llamados así, y gobernantes que tampoco lo son en realidad.

Padres y autoridades ausentes; papás y gobiernos sin asumir su vocación, carentes de espíritu de servicio, sin cumplir su papel de trascendencia social en el mundo, da como resultado un tejido social deteriorado, difícil de restituir, pero no imposible.

Basta con darse una vuelta por el país y sus barrios para darse cuenta que hay carencias, hay ausencia de un gobierno responsable, es como esos que suben fotos cuando ven a sus hijos una vez por semana y con eso subsanan sus culpas.

 Esos que nunca asoman más que para dar el apellido, no pasan un centavo de pensión, tratan a los hijos como una carga y cuando estos son grandes asoman para sentirse orgullosos de que han logrado algo y decir: yo soy tu viejo.

 Así son los gobernantes que no regresan a ver a la gente para ayudarlos y darles dignidad;  solo vuelven cuando necesitan un voto para decirles; yo también fui parte de ustedes y sé lo que es pasar necesidades.

En el caso de los paternalistas son como esos padres que les dan todo a los hijos  para que siempre vivan bajo sus normas ya sean estrictas o livianas, la típica de darte el pescado en lugar de enseñarte a pescar. Y así empiezan los gobiernos totalitarios, ya sean de derecha o izquierda, le suben y le dan bono a los que no quieren trabajar, educación gratis para los estudiantes que pasan la vida repitiendo, salud y anticonceptivos a los que se reproducen como conejos; en lugar de enseñar a la sociedad a estudiar, trabajar y ser responsables.

 Regalan borregos y semillas en el campo en lugar de instruir mejor al campesino para prepararse ante plagas, desastres naturales y daños en los suelos; porque es más fácil callar a un niño con un dulce o una pantalla de teléfono en el instante, que enseñarle lo que está bien o mal para siempre.

 Es como el papi que siempre te dio el mejor celular, te mando a estudiar a una universidad carísima endeudándose y te pasaba una mesada; pero jamás fue capaz de sentarse a hablar contigo, saber tus intereses, nunca cantó una de las canciones que te gustaban, ni conocía a tus amigas.

Esta necesidad que se tiene a nivel familiar, también se requiere atender a nivel social. Nuestro pueblo está ávido de gobiernos fuertes, útiles y correctos.

Es cierto que no todo está perdido porque entre las instituciones, con todo y sus limitaciones o errores, hay algunas que sí conservan su vocación de servicio y aportan mucho a la restitución del tejido social; pero no pueden solas y requieren de verdaderos líderes que sepan equilibrarse entre ser paternalistas o abandonar a su pueblo.

Si analizamos los programas sociales que hay en el Ecuador como subsidios, bonos, becas, viviendas y educación, buscan atender los problemas más lacerantes de la población como la pobreza o el desempleo, podríamos decir que existen “buenas intenciones”, sin embargo, no se dejen engañar es paternalismo.

Es como un padre que tiene dos hijos, al que le va mal en clases le da ropa nueva, lo manda de viaje, le compra el mejor auto y paga a alguien para que haga su tarea; mientras que al hijo que tiene notas regulares lo castigan si llega tarde, debe hacer las tareas de su hermano y no consigue nunca una recompensa bien ganada.

 Así pasa con el pueblo que normalmente trabaja, paga impuestos, no pide nada, no hace marchas no quita la paz a los demás, pero ve como otros tienen dinero cada mes por dar lastima, se reproducen inconscientemente y se convierten en un problema que pagamos los mismo de siempre.

Cada año se ha celebrado el “Día del Padre” y sería bueno que se reconsidere el papel de la figura paterna en la formación de los hijos y del pueblo en general; sin caer en machismos, matriarcados, ni estereotipos, porque papá puede ser mucho más que un tipo sentado frente a un televisor de 24 pulgadas, o un sujeto que quiere descuentos en vehículos o productos de afeitar, tal como nos vende la publicidad.

Papá es quien infunde valor para enfrentar la vida y las dificultades, es un apoyo y consuelo en momentos de dolor, son esas manos firmes que te dan seguridad en cualquier instante de la vida.

Y hay muchos que sí están cumpliendo con esa misión, independientemente, si viven o no con los hijos. Sin embargo, es importante que aquellos hombres que no están ejerciendo su vocación, lo hagan, porque la ausencia y abandono de los padres está provocando que niños y jóvenes no encuentren valor para enfrentar las adversidades de la vida y muchos de ellos con facilidad están hiriendo o lastimando a los demás.

Es tiempo de recuperar en los hogares la figura de fuerza, honestidad y respeto, para que los hijos la imiten y busquen la trascendencia. Necesitamos gotas de agua que en un océano de adversidades nos ayuden a construir un mundo mejor.

El novelista canadiense Denis Lord, decía que «Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor.»  Por eso me siento agradecida con la vida con el padre que tengo, porque a pesar de los distanciamientos, las heridas cerradas y el pasado que es pasado, nunca he dejado de sentirme una niña junto a él.

Gracias pa por reírte de mis chistes, por llevarme cada mañana de la mano hasta la puerta de la escuela y comprarme dulces de leche para el recreo, por cada capítulo de los Simpsons que compartimos, por no enojarte cuando te robaba el disco de Miguel Bose y por acolitarme en cada tontería que se me ocurría hacer.

Tantas veces has consolado mis angustias y has calmado mis furias, sabes canciones de los Backstreet Boys y de Linkinpark, te alegras con cada triunfo y lloras con mis dolores, gracias por enseñarme que ser padre no es tan difícil, que siempre puedes dar tu amor, por reparar puertas que rechinan y luces que se prenden y apagan, por los mensajes de todas y cada una de mis mañanas y sobre todo gracias por enseñarme que la vida es ahora y es maravillosa mientras estas en ella.

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