PARA LOS QUERIDOS CANDIDATOS

Eduardo Vargas

Foto: Eduardo Vargas, abogado en libre ejercicio

Sabemos que, en cualquier partido político, sea de izquierda o derecha, las elecciones primarias son un saludo a la bandera e incluso me atrevería a decir que son las más sucias de todo el proceso de elecciones, porque incluso caen en un proceso arbitrario entre amigos y familiares o cuándo se ha escuchado públicamente que tal o cual movimiento o partido político llame a elecciones primarias.

Lo único que se escucha siempre es que existen dos o tres presidentes de un mismo partido y el más vivo se ha quedado con el puesto.

Sabemos que la campaña política propiamente es costosa, sea nacional, provincial, cantonal o parroquial, porque en una campaña política se tiene que llegar a la mayoría de las personas, y si calculamos un par de dólares de presupuesto por cada habitante, solamente allí necesitamos más de un millón de dólares para campaña, es así que, un simple ciudadano no podrá imaginarse la cifra que se necesita mucho menos acceder a una cifra parecida.

La norma electoral obliga al candidato a pertenecer a un partido político, esto limita a la participación de valiosos ciudadanos que por decisión personal no se han juntado a ninguna tienda electoral, además que, las organizaciones políticas que tienen algún tipo de opción y que tienen el presupuesto o han logrado obtenerlo, normalmente exigen un nivel de lealtad hacia el partido o movimiento político y eso hace que exista una sumisión a su tipo de imitación ideológica o a sus acuerdo preestablecidos con otras organizaciones o sectores sociales, con lo que un ciudadano ilustrado no podría estar completamente de acuerdo.

Un ciudadano con ideas proporcionadas podría no tener un equipo de trabajo. Lógicamente, una persona que no ha pensado vivir de la política, sino que quiere realizar una administración limpia y proba, antes de proponerse como candidato no habrá hecho trabajo político.

Quizá la idea de administrar y no contar con un equipo definido haga desistir de ser participe, a menos que acepte al equipo de trabajo que le proponen por parte de la organización política y eso acarrea que simplemente no logre administrar y decidir propiamente cada uno de sus actos y hechos administrativos, por ende la idea de ser candidato se desgasta y con ello se pierde.

Lastimosamente, sin dinero, sin equipo y sin experiencia en política, lo único que le queda es aceptar donde buenamente quieran ubicarle dentro de la lista prefabricada desde las famosas elecciones primarias que han sido familiares y amigueras.

Con el método aplicable para las elecciones actuales, el ciudadano participante realmente no llega a ser candidato, porque sus opciones son nulas desde el inicio. Entonces no quiere quedar mal y mucho menos ser un tonto útil de relleno.

Debemos agregar algo importante, la pésima imagen que uno se gana en campaña sea con cualquier partido o movimiento que sea, porque las campañas políticas son un asco y desnaturalizan cualquier gesto ligero del candidato.

Además, toda administración está sujeta a un examen de Contraloría en algún momento y como somos unos excelentes juzgadores no reparamos en manifestar algún “bienechito” así sea por una revisión de rutina.

Entonces ningún vecino de buen corazón quiere que se manche su nombre, porque tenemos la idea de que la política y la administración manchan nuestro buen nombre, aunque se la hay hecho bien.

Como cereza del pastel, uno siempre queda mal en política, porque aún sin ni si quiera ser designado electo por el CNE, enseguida le llueven los C.V al candidato como que fuera agencia de empleo, seguido por la gente que colaboró y que se cree que ya gano un puesto o cargo por su participación en la campaña. Y lógicamente está el elector que nunca está consciente que muchas de los ofrecimientos de campaña no se realizarán porque no se vive de buenas intenciones.

Así que, casi siempre se queda mal en cualquier tipo de escenario. No existen buenos candidatos porque el sistema está hecho para no elegir a los buenos, además de que a la ciudadanía no le importa la política y porque lo que conocemos está muy lejos de su concepto propio: el arte de servir y administrar bien. (O)

Publicidad

Noticias Relacionadas

Abrir chat
1
Necesitas ayuda?
Contáctate con nosotros
Hola, en qué podemos ayudarte?