LA DESHUMANIZACIÓN DIGITAL

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Foto: Nathalie Aguilera, comunicadora social.

Hace pocos días leí una reseña del cantautor ecuatoriano Ricardo Williams, quien hablaba de su canción `Quiero ser un celular’,  la que salió hace un año aproximadamente; pero no se hizo popular y sonó en las redes y radios como las de Shakira o Bad Bunny.

Esta canción aborda un tema triste pero tan real que asusta. La cercanía de todas las personas a un pequeño dispositivo electrónico que tiene más bacterias que un excusado, pero que nos tiene ciegos y embobados; El celular.

La letra inicia así: “Quiero dormir y despertar junto a ti, Y soñar que te importo de verdad, Que me tomas en tus manos, Que me das tu atención, Que me cuidas y sostienes con amor, Quiero ser un celular para que tú, tú me vuelvas a mirar”.

Es triste pensar que para muchos niños el mundo no tiene otra forma más que esa, sus padres dicen amarlos, suben fotos con ellos, hacen videos  de sus cosas más íntimas y publican constantemente cuanto los aman, las cosas que les compran y sus enormes sacrificios, pero se sienten solos, nadie  escucha sus historias, nadie los miran comer o les pregunta qué tal el día.

 Si esta historia se contara en los años 40, 50, 60 o sin ir muy lejos en la época que yo crecí los 90, sonaría como ciencia ficción, pero es real en todos los estratos, en todas las religiones y como dice el dicho hasta en las mejores familias.

Guillermo Vega, columnista del diario El País, escribía que los mismos promotores de la tecnología advierten del daño que estas causan a la humanidad, incluso en las políticas de uso, pero como prácticamente ahora somos robots, damos acepto a todo como simios para descargarnos rápidamente  la plataforma y empezar a ponernos filtro de perro y salir en redes como todos los demás.

La ciber adicción ya paso de ser algo lejano y futurista, ahora lo tienen niños desde los 3 años que entran en histeria cuando no les dan la Tablet, hasta adultos que no se sienten tranquilos cuando no tienen el teléfono encendido o cargado.

Más allá de eso la tecnología nos ha deshumanizado, ha hecho que en un día soleado nos centremos en el recuadro de la foto que tomamos en lugar de sentir el viento, ver el color de las flores y concentrarnos en el paisaje.

 Es duro y doloroso que ahora los niños que usan el teléfono como en mis tiempos yo moldeaba plastilina, son considerados genios por saber manipularlo, cuando no es así, solo están repitiendo patrones y nada más, y estos mismos niños luego ven videos tan crudos que antes nadie los transmitía y los consideraban de carácter crudo, ahora te dicen; ¿viste el video de los presos jugando futbol con una cabeza humana?, cuando dices no, se empeñan en mostrártelo. A veces me sorprendo de que ya nadie siente miedo de las películas que a mi aun me aterran, ya no sienten pudor ni pena, nada impresiona, ni duele.

 Y qué decir de la superficialidad que lastimosamente ha demostrado ser una debilidad mayor en el sexo femenino y sale a flote con el uso de las redes. Mujeres con nietos, profesionales, niñas de 15, de 10 o hasta de 5 años moviendo los labios y sacando la lengua al ritmo de canciones eróticas, mientras se tocan el cuerpo, es la verdad y quienes tenemos redes lo vemos cada vez que las abrimos.

Ahora eres eso, eres el momento, eres lo que los demás van a ver en las fotos y lo que dirán de mi como profesional, como comensal, estudiante, padre, viajero, etc etc, etc.

La tecnología solo nos ha dividido, ha demostrado las peores falencias y traumas de la humanidad.

No me sorprende que la inteligencia artificial nos quite el trabajo a periodistas, diseñadores, escritores y productores, porque la misma humanidad ya dejo de apreciar la creatividad y el pensar hace mucho.

Gente con la que converso me dice negativa, retrograda, cerrada a los cambios, Y yo quien me declaro una ciber adicta, pienso que la cura sería que mágicamente los satélites del cielo cayeran y volviéramos al pasado.

 A empezar de nuevo, a valorar un libro o texto hermoso, escuchar con atención las letras y melodías que los artistas de verdad aún componen, que riamos y  juguemos con los niños; porque nunca vuelven a ese momento.

 Que recojamos tréboles de cuatro hojas, pintemos e inventemos historias tontas, que quedemos a una hora y no tengamos excusa para llegar mandando un whatsapp, que cuando alguien deba hablar con una chica vuelva a marcar con temor el número de su casa para que le conteste su padre.

 Que los adultos se reúnan a conversar y no a mostrar fotos o videos que vieron, que escuchar una canción te resulte único y espectacular y esperes a cazarla en un casete. Que las discos vuelvan a abrirse para ir a bailar y no hacerlo frente a una cámara en tu celular.

No existe una escuela que enseña a vivir  dice Charly García, pero creo que debemos reaprender por si nunca caen los satélites del cielo.

Por que no demostrarles a las maquinas que hay algo que nunca podrán hacer: amar locamente, reír con dolor de panza, llorar de alegría y de furia, mojar los pies en el rio, comer la comida de mama y vivir la dulzura de un beso o un abrazo de la persona que amas y extrañas.

Amigos míos volvamos a humanizarnos.

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