Nathalie Aguilera, comunicadora social.
Simplemente contar historias, esta fue la razón por la que hace 15 años decidí estudiar periodismo, una carrera que en ese entonces ya no pintaba el futuro más prometedor y exitoso; sin embargo, contribuía al fortalecimiento y ejercicio de la libertad.
Después de estar 11 años caminando entre medios, la docencia y otros gajes del oficio, hoy miro con tristeza como los medios de comunicación están inmersos en una profunda crisis, no solo de su propio modelo de negocio; sino de los principios y valores que han cimentado el oficio durante siglos.
En mis años dentro de la labor periodística y el trabajo en salas de redacción, presencié el fin de una época.
Es triste mirar los titulares de medios antes reconocidos en el país, que ahora generan reacciones: ‘Se viraliza baile de la esposa de Messi’ y ‘Carolina Jaume agradeció el milagro de la Navidad’. Y tras leerlo me pregunto ¿Es información relevante?, ¿qué obligó a un periodista a escribir estos temas?, ¿Quiénes leen esto?
Según mi análisis los lectores de información relevante son cada vez más escasos y los medios buscan generar atención y reacciones en redes, por lo que abordan temas simples y vanos y que den conformidad a quienes los visualizan.
Es claro que no a todos les gustan las noticias y por ello no es lo mismo reportar sobre la polémica vida privada de un famoso, a informar sobre la elección del superintendente de bancos y el escándalo en la Asamblea. Con la primera noticia, la audiencia se puede informar, divertir y polemizar; con la segunda, tal vez prefiera no pensar en eso porque ya está consciente de que las cosas están muy difíciles, y no necesita que se lo recuerden, además seamos francos les da pereza leer.
Eso en el caso de los lectores, pero hablemos de los nuevos periodistas, los jóvenes que salen de las universidades con ganas de imitar a Luis Eduardo Vivanco y hacer un periodismo “cool” (lo que por cierto no tiene nada de malo siempre y cuando esté bien ejecutado).
En la práctica no es así, al menos no en la provincia, pocos son los periodistas que contrastan las fuentes, que buscan información nueva y realmente hecha con amor a la investigación.
Es común ver a un grupo de jóvenes recién saliditos de la universidad con cámaras y micrófonos, desplazarse de una rueda de prensa institucional a otra para escuchar lo que nuestras distinguidas autoridades tienen para decir, sin hacer preguntas lógicas o buscar verdaderas respuestas.
Es triste ver que el periodismo de hoy se mezcla con el poder de una forma ingenua y hasta interesada, para que te inviten a tomar un helado o te lleven de paseo, confundiendo totalmente lo que es ser un periodista.
Y considero que la academia tiene gran culpa, sobre todo en la provincia, pues no entiendo las expectativas de quienes salen a buscar empleo en medios, que cada vez son más precarios y que en ocasiones no corrigen ni las horrendas faltas de ortografía en titulares (que un universitario no debería cometer).
¿Qué pasó con esos periodistas que a pesar de sentarse junto a un alcalde o un prefecto jamás aceptaban sus favores o desayunitos a cambio de una nota o mucho menos publicidad?
¿Qué pasó con esa rebeldía de preguntar aunque no estabas en la lista de los medios seleccionados? ¿Qué ocurrió con las ansias de contrastar una nota y si no lo hacías mejor no la sacabas? O mejor aún ¿con esas notas que te hacían tener el temor de ir a juicio o esperar la llamada de la Supercom?
En fin creo eran otros tiempos y pocos son los amigos que hacen periodismo real actualmente. Hay tanto que decir en este tema, que ha cambiado intensamente en los últimos años porque es doloroso saber que una profesión que era respetada. Vive la peor crisis fomentada por lectores, medios y “periodistas”, lo que sin duda es aplaudido por la corrupción que tiene más campo libre para actuar, mientras el pueblo mira tik toks y viraliza el baile de la esposa de Messi.