Foto: Nathalie Aguilera, comunicadora social.
Empieza a anochecer, el sol de la tarde aún abriga el ambiente, el local limpio y ordenado, los productos frescos y listos para prepararse, empleados uniformados para brindar atención, pero en varias horas nadie entra, nadie pregunta, nadie se sienta.
La incertidumbre te invade, tienes facturas que pagar, sueldos pendientes, nuevas inversiones y abastecimientos que no logras; llega el momento de aferrarte a tus creencias y santos, para pedir que alguien entre, que compren el producto en el que tanto cariño, empeño y esfuerzo pones.
Esta es la realidad que a diario millones de emprendedores pasan en el mundo, el país y la ciudad, no es culpa de nadie, no es asunto de nadie, el emprender significas tú y una lucha constante de perseverancia.
A partir de la pandemia cientos de personas se decidieron a iniciar un emprendimiento ya sea por necesidad, iniciativa u ocio; algunos de ellos crecieron, otros se terminaron y muchos son verdaderos éxitos.
Lo cierto es que emprender no es un camino solo de rosas, tiene grandes espinas que en ocasiones pueden provocar heridas que te obliguen a abandonar.
Quien se decide por emprender sufre consecuencias desde el primer minuto del partido y hasta que se pita el final con la jubilación. Te obliga a estar a diario luchando por tu idea, invirtiendo en ella tus ahorros, tu tiempo, tus energías, tus relaciones y hasta tus sueños, para en algún momento recoger frutos de un gran trabajo que en la mayoría de los casos pasa desapercibido.
Con esto no quiero decir que trabajar para terceros no sea complicado, lo he hecho por años, y sé lo duro que es cumplir con las expectativas de personas a las que tienes que mirar siempre como un perrito, que espera la orden para poder entrar a comer y menear la cola cuando te dan un “premio”.
Sin embargo, existe comodidad al saber tu horario, las prestaciones, y la tranquilidad de contar con un salario a fin de mes. Emprender significa dar la vuelta a la moneda y al momento de pagar sueldos, dar materiales y costear cuentas, no puedes mirar a nadie más que a ti mismo para responder por esos asuntos. En fin no se puede tener todo en la vida ¿cierto?
Para un emprendedor, la franja de tiempo de diversión con la familia y tranquilidad prácticamente es bajo o inexistente, incluso en días libres debe estar siempre encima de su producto y dispuesto a sacrificar en cualquier momento horas de relax por el bien del negocio. Tantas como sea necesario para que el proyecto salga adelante. No vive de sus horas de trabajo naturales, vive de las horas extra. Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para mantener a flote nuestra idea.
Limpias mesas, baños, arreglas focos, te ríes de malos chistes, soportas malos tratos, entiendes a tus empleados, debes ser firme de carácter y ser prudente, agradecido, anticiparte y jamás mostrar debilidades.
Un ingrediente que no puede faltar para el emprendedor es la incertidumbre. La vida y sobre todos sus primeros pasos está llenos de esos momentos en los que gastas todos tus ahorros en mesas, en puertas, en pintura, en platos, en vasos y en sueños en general; esperando solo una cosa: tener clientes. Esos momentos de luchas, de peleas, de grandes ideas que a veces solo se quedan en eso, porque la economía no alcanza,
El emprendedor está seguro que el día de fiesta venderá y prepara todo para ello, pero no entra nadie y se queda sin venta. Y el día que está poco abastecido, que no están todos los empleados por la baja venta, recibes una marea de personas para entregar lo mejor que tienes, es por eso que es incierto, cada día puede darte sorpresas y resultar una película de Nolan.
Cabe destacar que en el Ecuador no es el mejor momento para emprender; pues además de temer a los vacunadores, asaltantes, secuestradores y choros en general; nos enfrentamos a organismos públicos que en lugar de facilitar el emprendimiento, se mantienen casi al margen y muchas veces obstaculizan el crecimiento. Existen muy pocas ayudas para emprendedores, que son difíciles de obtener como prestamos de las instituciones financieras, el pago de impuestos y sobre todo la competencia desleal.
Perdí mi empleo, sigo desempleado, odie mi último trabajo y no deseo volver a una empresa, no tuve oportunidades para estudiar y aplicar a un trabajo, en fin, un montón de razones llevan al emprendedor a tomar esta decisión esperando que el milagro al fin ocurra.
Y es que abrir un negocio además de requerir valentía y resiliencia, requiere un sacrificio mayor: lidiar con tu ego, tu autoestima, tus creencias y tu paciencia. Y ojo porque muchas veces estás tranquilo y todo marcha bien y al abrir la puerta para subir peldaños te encontrarás con un muro altísimo que al superarse revelará otro muro, solo que más alto.
Pareciera que nunca terminas de cumplir con las expectativas de todos y te la pasas repensando tu negocio una y otra vez sin la certeza de saber si lo estás haciendo bien o mal.
A la par están esos momentos de calma, cuando todo marcha bien, cuando sientes la satisfacción de poder ayudar a otras personas a reunir dinero para cumplir sus sueños, cuando se te acercan y te dicen que tu producto es el mejor, cuando personas que no te conocen de nada vuelven una y otra vez y te recomiendan.
En mi caso, emprender con mi pareja es un gran reto, pero no cambio ni un solo segundo de esta lucha, de las noches de limpieza rasqueteando el piso; las mañanas y tardes de pintura para que todo quede perfecto, los viajes de compras y búsqueda de pequeños tesoros y detalles para que nuestros clientes estén felices, esas miradas de complicidad cuando algo sale bien y sobre todo la tranquilidad de darlo todo, siempre y sin dudarlo.
Planteado este panorama, les puedo decir que cuando no era emprendedora, no tenía ni idea de lo que esto significaba, pero dar este paso es sumamente importante y determinará los próximos años de tu vida transformando tu manera de entender la realidad como profesional y como persona.
Por eso si está en tus manos ayudar, hacer sentir bien y contribuir con ese emprendimiento que te gusta, que consideras que está bien y que es diferente a todo lo que ha probado; hazlo: visítalo, valóralo, dales palabras de aliento y recomiéndalo. Antes de pedir descuentos y rebajas ponte a pensar en el trabajo y elaboración de los productos y recuerda todas las veces que has ido a Mc Donalds, Zara o Supermaxi y has pedido un descuento. Y ¿Por qué lo haces con el emprendedora que realmente hace mover y crecer la economía?
El camino de emprender lo pasas entre penas y pequeñas glorias, nadie tiene el secreto del éxito, pero a veces debes conocer la oscuridad para apreciar la luz y saber si eres lo suficientemente valiente para alcanzar ese brillo.