EL MUNDO ES UNA FILA

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Foto: Nathalie Aguilera, comunicadora social.

Hace unos días asistí a realizar un amplio, tardado y complejo trámite, para  el que saqué turno con un día de anticipación y estuve puntualmente a las 08:00 en una fila que ya llevaba 110 personas antes de mí.


Debo confesar que soy un tanto impaciente, sin embargo; estaba lista para hacer la cola y esperar lo que sea necesario, por lo que, la noche anterior cargué mis audífonos, descargué música nueva y fui con mis zapatillas más cómodas para cumplir mi cometido: lograr matricular el auto.

Bastaron 20 segundos después de mi llegada a la cola, para que existan 5 personas detrás de mí preguntando si esa era la fila para la matrícula y si se necesitaba un turno. Yo, que al llegar ya había hecho la misma pregunta a los que me antecedían, dije con cara de saberlo todo que sí, que debían hacer la fila con el turno, que yo personalmente obtuve en un internet del frente.

Después de unos minutos, empecé a escuchar música y ojear las publicaciones de redes sociales, como toda esclava tecnológica. Pero cuando empezaba a concentrarme en la música, alguien me interrumpía con alguna pregunta o comentario; por lo que al cabo de unos minutos termine sin uno de los audífonos para escuchar lo que pasaba con un oído y poner atención a la gente que me rodeaba.


¡Que bestia que frio no!, ojala no llueva, que desorganizados que son y nosotros les pagamos el sueldo, para que disque piden turno si lo que importa es llegar temprano a la cola o tener ayudas, ¿usted es de aquí?, y muchos otros comentarios, son los que se escuchan en la fila y que con los años yo también termino haciéndolos. 

A este fenómeno lo denomino relaciones de fila, que nacen por la simple necesidad de socializar con alguien mientras esperamos, creo que es porque queremos sentirnos identificados con los demás y refugiarnos mientras llega nuestro turno.

Con el paso de los minutos terminé sacándome los dos audífonos y cruzada de brazos conversando con las personas de mí alrededor.


Y aquí es que llegué a la deducción de que la vida es como una fila, hay unos más adelante que tu, mientras miras con cierta envidia y dices; que chévere ellos ya mismo se van y yo estoy acá atrás, cuanto que me falta. Así también pensamos sobre nuestras metas, a veces las vemos lejanas y nos sentimos mal por no lograrlas pronto, mientras otros las cumplen a menos edad, en ocasiones con menos esfuerzo y otros con más; pero si permanecemos en la fila podemos conseguirlas tarde o temprano.


Mientras vas en la fila ves a los demás con la copia de la papeleta de votación que tú no sacaste, y en ese momento te replanteas el pedirle a alguien que te cuide el puesto para cumplir con el papel porque te da terror llegar hasta el counter y no tener todo. Tal como pasa en la vida;  cuando nos damos cuenta que algo no está bien en nosotros, que debemos mejorar o cambiar y necesitamos salir por un momento, es bueno tomarnos un descanso y completar nuestros asuntos, cerrar círculos (como dicen los seres de luz) y poder seguir adelante con la vida o más bien dicho la fila.


Personalmente en la espera siempre converso con alguien y después de un momento esa persona ya sabe en qué trabajo, desde que hora estoy ahí, si ya almorcé, o si tengo alguna meta en la vida, al igual que yo, me empapo de la realidad de la otra persona al 100% con las típicas preguntas. Porque mientras estás en la fila escuchas chistes, chismes, anécdotas y salen miles de temas por hablar.


Durante el periodo de 6 horas que demoró mi fila, conocí a una mujer emprendedora que tiene una finca de siembra de claveles para exportación en la parroquia Eloy Alfaro, un jubilado de Zumbahua y un carpintero del barrio Cuatro Esquinas de Pujilí. Prácticamente armamos un grupo de personas que se sentaban, se paraban, se acercaban a ver si ya volvía el sistema y reportaban cuántos faltan para entrar.


Es loco pensar que en ese momento conoces a esas personas, estas pendiente de que no les roben el puesto y que cumplan con todos los papeles y después del trámite sales para nunca más verlos, a veces ni conoces sus nombres y hasta te puedes volver a encontrar, pero ni se reconocerán porque fueron parte únicamente de ese tramo de 6 horas de la vida.

Así ocurre en el mundo normal, en ocasiones las personas que marcaron una etapa de tu vida, salen por distintas circunstancias: amigas que ya no ves más, ex parejas, ex compañeros, la maestra del jardín de niños que era todo en ese espacio, la mujer que te acompañó en un viaje de bus y el policía que te ayudó cuando estabas perdido, ahora ya son solo extraños que caminan por el mundo.

La oferta y demanda como en el mundo también está presente en la fila; pues no falta la venta de secos, espumillas, papas con mayonesa y habas en los alrededores; los que son extremadamente tentadores y al medio día se vuelven el bien más codiciado por los que estamos en la fila.

Tal como pasa en la vida, cuando no necesitas algo puede pasar 50 mil veces frente a tus narices que ni lo notas, pero al momento de la necesidad buscas aunque endeudarte para tenerlo y saciar esa necesidad, como hice yo buscando cada centavo en el fondo de mi cartera hasta juntar 50 centavos para comprar mis papas, lo que debo decir fue una de las mejores inversiones.

La fila que es el reflejo del Ecuador también tiene la corrupción, no faltan los que son amigos del digitador o el jefe de la agencia que se salta todas las colas y trámites; mientras los que llevamos horas bajo el sol, el viento y con dolor de rodillas, reclamamos desde atrás que respete el turno y seamos justos.

Así también es la vida laboral, estudias, sacas tu maestría, nunca estafas, ni dañas a nadie, pero por más que cumplas con los requisitos y más, si no tienes panas, si no cargaste una bandera en tiempo de campaña, sigues al final de la fila, sigues pasando lo que debes pasar, mientras otros entran a refugiarse del sol y se van rápidamente a casa sin saber todo lo que pasaste para llegar al lugar que deseas.

La fila en ocasiones se vuelve cansada, en momentos  te planteas buscar un conocido más adelante para ver si llegas antes de tus compañeros de fila, en otros momentos quieres salirte y olvidar todo, y en ocasiones te quejas y te quejas sin conseguir nada.

Así también es la vida, en momentos quieres botar la toalla de tus metas y anhelos, en otras te replanteas todo, solo quieres saltarte los pasos para conseguir la felicidad; sin embargo, en el fondo sabes que tu puesto te lo has ganado y que hay cosas que se deben vivir sin abandonar o traicionar a los que te acompañan.

Cuando al fin llegas a estar tan cerca de la meta, no quieres que nadie te lo quite, te muestras vigilante a que no existan colados, revisas nuevamente los papeles que ya tienen más de un doblez por el trajín que han debido pasar en tus manos y te sientes ansioso porque llegue el momento.

En fin, así es cada vez que cumplimos una meta que creíamos lejana, cuando sabemos el camino que hay detrás con sus buenos ratos y adversidades. No hay nada más lindo que conseguirlo, que hacerlo como se debe hacer y sobre todo llevarte el recuerdo de lo que viviste para que en la próxima oportunidad tengas más experiencia y sobre todo más paciencia.

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