Foto: En Latacunga hay cerca de 2000 comerciantes informales, la mayoría son foráneos.
A las 04:00 de la mañana Petrona Masalema, está de pie, debe realizar la comida para sus hijos, después se moviliza desde su natal Riobamba, hasta Latacunga, diariamente para vender sombreros en los sectores transitados de la ciudad.
Petrona es una de los aproximadamente 1 500 comerciantes que llegan de otras provincias a engrosar las filas del comercio informal. De acuerdo a la Dirección de Servicios Públicos, de ciudades como Pujilí, Saquisilí, Salcedo y los otros cantones de la provincia llegan alrededor de 400; únicamente 300 son de Latacunga.
De acuerdo a David Tamayo, director de Servicios Públicos del GAD Municipal de Latacunga, cuentan con el proyecto para carnetizar y proveer de atuendos distintivos a los comerciantes informales lugareños, pero hasta el momento no se ha podido concretar debido a que, “es un proceso minucioso”.
Aseguró que actualmente se trabaja en la repotenciación del Mercado Central, (colocación de cielo razo, pintura, y demás adecuaciones), para habilitar al menos unos 80 puestos más, en los que, los informales se puedan acomodar y dejar de ser ambulantes.
Sin embargo, la mayoría prefiere seguir en las calles debido a que, esta situación les permite movilizarse a los sitios estratégicos de venta (El Salto, La Estación, La Terminal, Cinco de Junio). Además no tienen que pagar impuestos. Pero lo que algunos de ellos si tienen que pagar es una especie de “cuota”, por ocupar los espacios públicos.
De acuerdo a Tamayo aún “operan” en la ciudad un grupo de personas que estaría cobrando por la utilización de los espacios públicos.
Víctor Salinas, comisario municipal, aseguró que este grupo de personas, están plenamente identificados, sien embargo, mientras no exista un documento (denuncia) que evidencia el acontecimiento, les es difícil tomar cartas en el asunto, es decir, acudir a la justicia ordinaria.
Salinas relató que en más de una ocasión se han producido altercados entre los comerciantes informales y estas personas. Por el momento la Comisaria trabaja en levantar información que pueda servir en un futuro para frenar el accionar de estas personas que amedrentan a los comerciantes ambulantes.
Es el caso de Abel T., quien se dedica a la venta de mascarillas, alcohol y otros artículos de bioseguridad, “me coloque en una calle cerca al Centro Comercial Popular, y me dijeron que me quite, me amenazaron, tuve que hacerlo, ellos eran tres, yo uno”, lamentó el comerciante.